viernes, 5 de abril de 2013

Recuerdos de una gota de agua...

¡¡¡Holaaa!!! Si, lo sentimos mucho, muchísimo. PERDONADNOS :'( ¡¡¡pliss!!!! El viernes pasado no hicimos ninguna entrada... la verdad es que ninguna de las dos tenía mucho tiempo libre y... bueno pos decidimos en silencio no hacerla. La verdad es que esta semanas, hemos estado un poco desaparecidas... y bueno... de algún modo os lo tendremos que compensar. Hoy tampoco hemos preparado gran cosa. De modo que venimos con una pequeña historia improvisada.

Sentir la brisa de primavera, en contacto con tu piel, acariciándola,  como si no hubiera nada que importara más en este mundo que TU...  Algo maravillosa, ¿no os parece?
Es diferente. No es ni lo suficientemente fría como para cortarte la piel, quemandola lentamente con su gélido aliento...  Ni tan calurosa como para hacer que el sudor salga de tu cuerpo en pequeñas gotas, como si este llorara. Es... magníficamente único. Como si nada, jamás, pudiera volver a salir mal. Como si la Luna y el Sol, estuvieran ahí, en el mismo cielo, en el mismo manto. Cubridos por las estrellas iluminando las nubes de un cielo infinito... El DÍA... y la NOCHE.
Cuando vuelvo a abrir los ojos, todo vuelve a su normalidad aparente. Sin lunas, ni estrellas, ni soles... simplemente un cielo ocultado detrás de unas nubes grises. Se acerca una tormenta, lo sé, pero no quiero irme de este lugar. Tengo miedo de no poder volver, tengo miedo de desaparecer. Aunque de algún modo, ya lo he hecho. De algún modo jamás he vivido.
Contemplo una vez más el cielo imaginándome cuanto tiempo me queda antes de que la primera gota de agua roce mi piel, mojandola . Estiro una vez más mis brazos y acaricio el suave y salvaje césped donde estoy sentada. A veces va bien alejarse de todo. Del mundo y de sus tecnologías.  Desconectar. Solo así sabrás lo que te rodea. Y en mi caso, solo así seré libre. De repente, un pequeño pájaro surca el cielo batiendo sus grandes alas. Era hermoso, desafiando al cielo, a la tormenta. Por un instante, su mirada se posa sobre mi, y emite un bello sonido. Solo ellos son libres, me digo. Entonces  de repente.  Un estruendo retumba dentro de mis oídos por un segundo. Luego, el pequeño pájaro cae en picado hasta estrellarse contra la superficie del suelo. Muy cerca de mi. Contemplo como intenta levantarse, volver a alzar el vuelo, batiendo sus alas una y otra vez. Pero no lo consigue. La sangre brota de algún lado de su cuerpo empapando todo el suelo. Empieza a emitir sonidos. Nada parecidos a los que yo había oído antes. Estos eran horribles, desesperados. Me miraba. Por sus grandes ojos pude saber que estaba pidiendo ayuda.  Me la estaba pidiendo a mí. Oí unos pasos acercándose a nosotros, corriendo.
Y en ese momento, la lluvia empezó a caer sobre mis hombros.

Y aquí acaba la mini historia. ¿Que os a parecido? Hasta el viernes!!!
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